violéntamente
por las calles oscuras,
bajo tormentas escandalosas
y ciénagas de humo...
Sorda, al zumbido
de la memoria,
silenciada por el miedo,
me dejaba llevar
carente de voluntad
efecto de la ignorancia
Ebria de ansiedades
y ceguera
intuía el norte
en mi noche sin estrellas
Poco a poco
me rendí al vacío
extenuada por tanto esfuerzo
vano....
Comprendí el silencio
en mi desnudez...
Me vi en la tierra
y en el cielo,
finalmente recordé
mi estado original
relajado, natural
al sentir
en esa ausencia de deseo
el abrazo del Amado,
y me deleité
borracha de vino
en su belleza.
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